“Que la luz del Mediterráneo es
única, es algo admitido a lo largo de los tiempos por muchos artistas:
escritores, poetas y pintores, que supieron descifrar los mil matices de la
luz, proyectada en el brillo de los pinares que cubren nuestra orografía; en
los tonos suaves y delicados pétalos de los almendros y cerezos en flor, y en
las diminutas flores del tomillar levantino.
Maruja Iborra es una de esas privilegiadas almas, capaces
de captar esos sutiles destellos que impregnan el ambiente de la montaña
mediterránea y saben dar, en el trato amable de sus pinceles, la textura exacta
a esa mágica luz blanca y pura, casi neutra, que confiere a cada color su
entidad propia. Lo vemos en cualquiera de sus múltiples aplicaciones técnicas:
desde el bodegón, que es brillante y luminoso, al desnudo humano, que usa al
astro rey para suavizar y enriquecer los sensuales contornos. Pero es en ésta,
su primera colección paisajística, donde se proyecta con todo su esplendor y
donde Maruja ha sabido mezclar el aura efervescente del ser humano que,
extasiado por la grandeza que le rodea, aporta y da carta de propiedad al
paisaje.
Detiene el tiempo del escalador, en ese instante en el que
busca el difícil camino entre la roca: encuentra y nos muestra, sin verlo, la
chispa del admirador excursionista que se proyecta más allá del sendero.
Es una pintora humanista que escribe, con letras
pinceladas e iluminada pasión, los sencillos encuentros del ser humano con la
montaña levantina, convirtiéndolos en pequeñas historias pictóricas de nuestro
montañismo mediterráneo”.
La propia Maruja Iborra se define así:
“Hija y nieta de artistas alfareros, de ellos heredé la
pasión por el arte en general. Cautivada por la pintura, la naturaleza y la música, que
siempre han sido los motores de mi pequeño mundo, comencé un poco tarde la
afición pictórica de la mano del pintor eldense Francisco García, aunque espero
que ello no me impida expresar lo que siento. Y, si desde mis primeras pinceladas he podido dedicar poco
tiempo a mis lienzos, ahora disfruto compaginándolos con largas excursiones por
el monte.
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